Los cambios asociados al envejecimiento traen variaciones físicas, mentales y sociales las cuales pueden afectar la calidad de vida de un adulto mayor. Por ello, las personas en edades avanzadas suelen requerir una atención y un acompañamiento más constante. Además, las necesidades de cada uno de ellos varían según su estado de salud, condición y autonomía. Lo anterior, genera que el cuido del adulto mayor se vuelva una actividad compleja para los acompañantes y cuidadores.
Toda la gama de atenciones que puede necesitar esta población ha sido agrupada con el fin de que ellos sean mejor atendidos por los cuidadores quienes apoyarán al adulto mayor. Esa clasificación se guía por los llamados “grados de dependencia”, los cuales suelen ser determinados por índices o escalas como, por ejemplo: el índice o escala de Barthel, de Lawton o de Pfeiffer.
La dependencia puede ser definida como una condición en la cual una persona se encuentra ya sea por edad, enfermedad o discapacidad, la cual dificulta que pueda realizar actividades de la vida cotidiana de manera autónoma e independiente (Gutiérrez, García y Jiménez, 2014).
Al respecto, existen diferentes tipos y grados de dependencia, los cuales se suelen clasificar según la necesidad principal del adulto mayor y el nivel de acompañamiento requerido. A continuación, se enlistan los tipos de dependencia que puede presentar un adulto mayor:
- Económica: Sucede cuando se pierde la capacidad de solventar los gastos por cuenta propia.
- Funcional: Se da cuando se pierden ciertas capacidades físicas para realizar actividades de la vida cotidiana, como: acostarse, levantarse, vestirse, usar el baño, comer o caminar.
- Psicológica: Tiene que ver con las capacidades cognitivas de la persona, como el resolver problemas cotidianos, tomar decisiones o controlar las sensaciones y sentimientos.
- Sensorial: Ocurre cuando uno o varios sentidos se han alterado, como la vista o el oído.
- Social: Acontece cuando los mayores no logran compartir tiempo con otras personas.
- Mixta: Es una combinación de más de una de las dependencias anteriores.
Ahora bien, respecto a los niveles se pueden establecer tres: el moderado, severo y total. El primero se da cuando el adulto mayor requiere de asistencia para realizar ciertas actividades de la vida diaria, aunque solo de manera ocasional o intermitente. Una forma de enfrentar este tipo de dependencia es mantener al adulto activo y resolviendo al máximo las actividades que pueda respecto a su cuido.
El nivel severo se presenta cuando el adulto mayor necesita ayuda para realizar las actividades de la vida diaria más de dos veces al día. Sin embargo, no necesariamente requiere de la presencia permanente de algún cuidador. Se puede hacer más llevadero potenciando las capacidades con las cuales aún cuenta el adulto mayor con el fin de que su seguridad y confianza prevalezcan.
El nivel total se da cuando el adulto mayor necesita la máxima ayuda posible para realizar gran parte de las actividades de la vida diaria varias veces al día. Quizá para entonces ya presente una pérdida considerable de su autonomía mental o física y necesite el acompañamiento permanente de otra persona. En estos casos, lo más recomendable es buscar soluciones integrales donde un equipo interdisciplinario pueda hacerse cargo de la atención del adulto mayor, ojalá en un centro especializado en la atención y cuidados especiales que requiere esta población.
Referencias
Gutiérrez, L. García, M. Jiménez, J. (2014). Envejecimiento y dependencia. Realidades y previsión para los próximos años. Academia Nacional de Medicina. México.